6 de octubre de 2022
La profesora Dolors Ribalta: "El deporte fue, para las mujeres del franquismo, una válvula de escape, les dio fuerza"
Cuando un profesor llegaba nuevo a la escuela de Dolors Ribalta, en Agramunt, le decían, a modo de información y con toda la normalidad del mundo: "Ah, y la Dolors juega al fútbol con los chicos". "El fútbol es el deporte de mi vida. Me gusta desde todas las vertientes: verlo, su estética, jugar... cuando juego al fútbol me siento libre", dice, contundente, la Dra. Ribalta.
Estudió Magisterio de Educación Física e hizo un postgrado sobre Psicología del Deporte. Compitió 13 años en el primer equipo de fútbol femenino del Espanyol y la selección catalana y mientras trabajaba como maestra en una escuela de Rubí estudió CAFE en Blanquerna. Actualmente es profesora de Educación Infantil y Primaria en la Facultad de Ciencias de la Educación Blanquerna-URL y acaba de defender la tesis Mujeres, deporte y dictadura: la memoria oral de deportistas catalanas durante la primera etapa del franquismo, dirigida por el Dr. Xavier Pujadas Martí. Es casi un homenaje a todas aquellas mujeres que en un momento difícil de la historia se empeñaron en hacer lo que les gustaba. Su tesis son 32 historias de vida, un contenido que no hay en ningún libro y que supone la recuperación de la memoria histórica del deporte femenino en Cataluña.
Es evidente que su pasión por el deporte ha condicionado el tema de su tesis. ¿Cómo surgió su pasión por el fútbol?
Por ambos lados. Una parte es innata, me gustaba. Cuando mi hermana jugaba con muñecas, yo me dedicaba a montar un gimnasio, y en la escuela jugaba con los niños. Y luego mi padre siempre había jugado al fútbol, él entrenaba equipos, todo muy amateur. Yo le acompañaba a los entrenamientos. Y cuando yo empecé a jugar a fútbol mi padre me acompañaba siempre. Jugué en el primer equipo del Espanyol 13 años en primera división. Y en la selección catalana.
¿Qué pasa cuando una mujer juega al fútbol? Un equipo femenino, en primera división...
Cuando eres pequeña y vives en un pueblo, juegas al fútbol y crees que nadie más juega en el mundo. Ahora hay un poco más de difusión, pero antes la difusión era cero. En el caso del Espanyol creo que en el momento en que estábamos teníamos suerte, nos daban toda la ropa, teníamos las instalaciones, los médicos y fisioterapeutas. Ahora, los campos eran de arena, jugábamos a las dos de la tarde, unos horarios no muy buenos, y nos entrenábamos muy tarde por la noche.
Y el ambiente? ¿Un equipo de mujeres en un ambiente masculino?
En mi entorno, en la familia, en la escuela, siempre fue normal que yo jugara a fútbol, no he vivido un menosprecio. En los campos siempre sientes algún discurso machista, o algún insulto, pero no son significativos. La única diferencia es que mientras tú vas a entrenar y después tienes que ir a estudiar o trabajar, los chicos se pueden dedicar a esto. Sabes que tienes un tope, que a pesar de que juegues en primera división y hayas jugado Champions, sabes que aquello acabará allí. Y el esfuerzo que tienes que hacer es muy superior comparado con un chico. No hay suficiente seguimiento del deporte femenino que tenga una repercusión. Siempre que se habla en los diarios de deporte femenino es para hablar de chicas ligeras de ropa o de salsa rosa, es bastante triste. Cuando se puso de moda hacer los calendarios posando sin mucha ropa, nos lo propusieron, fuimos el primer equipo español al que se proponía, y entonces tuvimos prensa, teles, radios, etc. Es, insisto, triste.
¿Lo hicieron?
No, finalmente, después de un debate interno a favor y en contra, decidimos que la difusión del deporte femenino no tenía que ir por este camino, había que buscar otras vías más sólidas, más desde la educación, desde de la base. Y, de hecho, hemos mejorado; antes una chica no podía jugar en un equipo de chicos, normativamente no era posible, era ilegal. Y ahora sí. Las chicas de mi época éramos de calle, lo aprendimos todo en la calle y en la escuela. No teníamos posibilidad de entrar en un equipo. Y se nota mucho cuando has podido tener un equipo y entrenadores.
Al margen del seguimiento mediático, que evidentemente lo determina mucho, ¿un partido de fútbol femenino tiene, objetivamente, la misma espectacularidad que uno masculino?
El fútbol femenino no tiene la potencia, el choque, del masculino por una razón evidente de condición física, pero en cambio la falta de más apoyo, seguimiento y ayudas se suple con mucha ilusión, pasión y aprecio por el juego; y en los partidos la potencia y velocidad del juego masculino se sustituyen por la asociación de las jugadas... Nosotras nos debemos asociar más porque no tenemos esa potencia que tienen los hombres.
¿Qué le ha aportado personalmente el fútbol?
El fútbol es el deporte de mi vida. Disciplina, pasión, socialización. Y luego es que me gusta desde todas las vertientes, verlo, la estética, jugar... cuando juego al fútbol me siento libre y puedo competir, soy competitiva en el fútbol, doy el máximo; en la vida no lo soy tanto. ¡Me hace muy feliz el fútbol! Todavía juego puntualmente los miércoles con mis amigas.
El tema de su tesis está directamente vinculado a su vivencia del deporte femenino...
Los miembros del tribunal me hicieron pensar. Salvando mucho las distancias, mucho, porque ellas han vivido circunstancias muy duras como la guerra civil, etc., la vida de estas mujeres ha sido un poco como la mía. Las señoras me contaban: yo cuando era pequeña normalmente jugaba con los niños, en la calle... Lo que ellas me cuentan y lo que yo viví es muy similar. La figura del padre que te ayuda y te empuja en una época en la que el deporte femenino estaba mal visto. Estas figuras masculinas te ayudaban.
Ha podido reunir la historia de 32 mujeres que practicaron todo tipo de deporte. ¿Como las encontró?
Con la ayuda de mucha gente, de profesores de la facultad que me daban pistas o conocían a alguien que conocía otro alguien, de personas de la Biblioteca, amigos... ¡Se lo tengo que agradecer a mucha gente! Fueron surgiendo. En ese período no se practicaban todos los deportes: había unos deportes aptos para la naturaleza femenina, y otros, como por ejemplo el atletismo, estaban prohibidos o muy limitados. Por ejemplo, encontré un grupo de mujeres en Vilanova, Mujeres con memoria, dirigido por la historiadora Judith Barbacil, que se reúnen los martes y que hablan sobre hechos de la historia. Tienen diferentes publicaciones y fui a una sesión, y a partir de ahí me surgieron tres o cuatro.
¿Qué perfil buscaba?
Que hubieran hecho deporte en aquel período de forma competitiva o representativa. Quizás había señoras que sólo habían hecho dos años deporte, pero para mí era representativo porque era el período en que lo podían hacer. Hasta que se casaban, o hasta que aquel fenómeno del deporte en la empresa se diluía y se deja de hacer. Por ejemplo, algunas pudieron hacer deporte gracias a la empresa, a un programa de Educación y Descanso.
De la república al franquismo se rompieron muchas cosas y el deporte, imagino, fue una de tantas.
El cambio que se produjo de la República a después de la guerra fue brutal. Había una escuela que potenciaba el deporte, y no sólo el deporte, era todo. La mujer que estudiaba durante el franquismo estaba mal vista. Las señoras que podían hacer deporte en aquella época eran sobre todo de clases acomodadas, con una influencia muy positiva de las familias, sobre todo los padres o los personajes masculinos. Si ellos no las apoyaban no podían hacer nada. La escuela era segregada. Me he encontrado con un tema interesante, el de las escuelas extranjeras. Las chicas que estudiaron en el Liceo Francés o en la Escuela Alemana vivieron en otro mundo, no sólo educativamente sino estéticamente. Unas iban con bombachos y las de las escuelas extranjeras con shorts, por ejemplo.
Supongo que la clase social también determinaba el tipo de deporte.
Sí, el tenis siempre ha sido un deporte más elitista, o la hípica. La natación requiere llevar un bañador, que a nivel de moral era delicado. Las familias tenían que ser de mentalidad más abierta y ser de un club deportivo requería tener dinero. Por lo tanto, el tema económico influenció muchísimo. La influencia de la escalada con el excursionismo en Cataluña tuvo mucha fuerza con la República. Carmen Romeo, por ejemplo, hizo mucha escalada y ahora ves las fotos, colgada con una cuerdecilla, y dices ¡madre de Dios!, iba a los Alpes, era un lujo. Varios autores ya dicen que los deportes colectivos son más de clase trabajadora y los individuales, más elitistas; todo ello, evidentemente, a grandes rasgos.
¿Qué recuerdan, ellas?
Una me decía que si volviera a nacer jugaría al tenis y seguiría jugando, como hizo después, al bridge. Le ayuda a competir, a mantenerse viva trabajando la memoria. Otra me dice: "si volviera a nacer jugaría al baloncesto pero iría a la universidad". La carencia de los estudios es habitual. U otra que no pudo ir a los Juegos Olímpicos porque se lo tenía que pagar ella y no podía, ahora iría, porque le quedó este pesar. Todas, su base es volver a hacer deporte, lo recuerdan como uno de los momentos más felices de su vida. Muchas de ellas, con 90 años, siguen yendo a la piscina, haciendo deporte.
¿No recuerdan las dificultades o los límites que tuvieron?
Cuando les pregunto si el hecho de ser mujer las ha condicionado en el mundo del deporte, me dicen que no. Pero cuando empiezas a entrar más a fondo te explican: "Mi hermano cobraba para hacer atletismo y yo no, a ellos les daban la ropa y a mí no... Yo me casé y dejé el deporte para cuidar mi familia..." No son conscientes. El deporte fue, para ellas, una válvula de escape, les dio fuerza, pudieron abrir al máximo el corsé que la sociedad les imponía.
¿Serían tercas, no?
Piensa que estas son las primeras que condujeron en Barcelona, y las insultaban... Las primeras que cogieron motocicletas en Cornellà. O piensa en las peripecias para conseguir el pasaporte. Necesitaban la firma del padre y hacer horas de cola en las dependencias policiales. Una me contaba que temblaba cuando iba a la comisaría, les reprochaban toda la historia de la familia, de un abuelo que se exilió, de un tío que era tal o cual... Vivencias muy fuertes. No quieren hablar de la guerra, para ellas es muy duro.
¿Qué conclusión ha sacado?
Hay una parte humana, que es lo que más me ha gustado. El testimonio humano de lo que vivieron. Ha sido un lujo escucharlas en la última etapa de su vida. Su visión es muy interesante: saber qué sentían, qué las ha llenado, el deporte les daba impulso para vivir, fuerza. Y también está el tema de los referentes. No tenían referentes femeninos, como mucho alguna deportista de la República, pero en general nunca había mujeres, los referentes eran gente anónima, algún familiar, muchas veces el padre. La figura masculina. Hombres abiertos de mente, entre comillas, que toleraban y ponían ellos los límites; una tenista nos dice que no podía jugar al tenis con pantalones cortos porque su padre no la dejaba. Han sido mujeres con capacidad de liderazgo, que luego se han dedicado a impulsar proyectos vinculados al deporte. Muchas han trabajado para que el deporte, como por ejemplo la natación sincronizada, se desarrollara, o han estado haciendo clases como monitoras...
Las generaciones jóvenes han de agradecer el trabajo de todas estas mujeres.
¡Por supuesto! De hecho, en los agradecimientos de la defensa de la tesis, fue una de las cosas que dije: estoy agradecida a ustedes, primero por todas las lecciones de vida que me han regalado y después porque gracias a ustedes yo he podido hacer deporte de forma mucho más fácil. Ellas abrieron un camino que no era nada fácil y los jóvenes les han de reconocer.
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