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"Necesitamos el cine y es necesario que quienes tienen el dinero y quienes toman las decisiones lo entiendan"

"Necesitamos el cine y es necesario que quienes tienen el dinero y quienes toman las decisiones lo entiendan"

1 de diciembre de 2021

Entrevista en la Dra. Elisabet Cabeza, profesora y coordinadora de cuarto del grado en Comunicación Audiovisual de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna

A escribir se aprende leyendo mucho, y a hacer cine, viendo mucho cine”, dice la profesora y coordinadora de cuarto del grado en Comunicación Audiovisual de la Facultad de COmunicación y Relaciones Internacionales, la Dra. Elisabet Cabeza. Ella empezó a ver cine cuando tenía dos años en Sabadell; la anécdota es curiosa: “En Sabadell teníamos muchos cines y los sábados por la mañana pasaban las películas para comprobar sus copias. Mi padre, periodista, conocía al propietario de los cines locales y nos dejaba entrar gratis. Mis hermanas, somos cinco, me cogían y nos enviaban ahí”. Estudió periodismo pero quería hacer cine, y por aquellas cosas que pasan en la vida resultó que el periodismo la condujo a hacer su primer documental junto a Esteve Riambau, La doble vida del faquir, y después, Máscaras, protagonizado por Josep Maria Pou. Cubre los festivales de cine internacionales más importantes -Venecia, Cannes, Berlín, Donostia- y es la corresponsal en el estado de la revista británica Screen International, una de las más importantes de la industria del cine. También colabora con el Festival de Donostia.

Estudió Periodismo sin demasiada convicción.
Hubiera querido estudiar Cine pero en mi época no había tantas opciones como ahora. Dudé entre Periodismo, Historia del Arte o Antropología. Y al final decidí estudiar Periodismo porque era más fácil dar después el salto a temas de cine. Estudié Periodismo sin pensar que acabaría haciendo cine.

Su pasión por el cine viene de lejos.
Desde pequeña. En la escuela nos llevaban al cineclub de Sabadell y recuerdo todavía la primera vez que vi La diligencia, de John Ford. Ford ha sido una de mis obsesiones, hasta el punto de que fue el tema de mi tesis doctoral. Es un director que me tiene fascinada, es conflictivo, contradictorio pero apasionante. Son películas que puedes ver una y otra vez. Para mí es el ejemplo clásico de lo que explica Italo Calvino sobre por qué hay que leer a los clásicos. Los relees desde la perspectiva humana en la que eres en ese momento y ves cosas diferentes, pero siempre tienen sentido, mensaje. El cine fue, para mí, una forma de evadirse, de aprender.

Empezó a trabajar en la sección de Internacional del Avui.
Primero a una productora de cine, Virginia Films, de Paco Poch. Cuando trabajábamos en la postproducción de una película de José Luís Guerin, previamente había colaborado con el tristemente desaparecido Festival de Barcelona, ​​una amiga me dijo que buscaban a alguien para la sección de Internacional del diario Avui. Yo hablaba bien inglés y me cogieron. Era un trabajo interesantísimo, una etapa profesional magnífica. Luego me enviaron de corresponsal a París; fue también una experiencia muy interesante que duró tres años. Cubrí de todo, desde la política francesa al 50 aniversario del desembarco de Normandía o las grandes exposiciones de arte.

Y el cine, ¿no? ¿Qué recuerda?
Uno de los recuerdos bonitos es cuando hablé con Rossy de Palma, que estaba rodando en París con Robert Altman, otro de mis ídolos. Le pregunté si podía ir al rodaje y me pusieron la condición de que podía ir si hacía de extra. ¡Y yo encantada! Fueron tres noches mágicas de rodaje con Robert Altman, en el monasterio de Cluny, viendo a Chiara Mastroianni, Kim Basinger..., fue una masterclass total.

La vuelta a Barcelona, ​​en la sección de Cultura del Avui, fue providencial.
Pedí ir a la sección de Cultura para cubrir cine. Era una forma de acercarme. Y me llegó una oportunidad de oro. Por lo que comentábamos de las vueltas que da la vida y que no hace falta obsesionarse en trazar un camino porque, si algo te apasiona, puedes llegar por muchas vías. Me llegó una película, que había rodado un cineasta amateur, Felip Sagués, durante la guerra civil en un orfanato de Sant Julià de Vilatorta que ahora es una escuela, el Colegio del Roser. Hacían un encuentro de exalumnos de esta escuela y tuve conocimiento de ello porque mi padre fue uno de esos niños. Yo ni lo sabía. Mi padre murió cuando yo tenía once años. Contactaron con mi madre, quien les dijo que yo era periodista. Se me presentaron tres abuelos, antiguos compañeros de orfanato de mi padre, en la redacción del Avui con un VHS. Yo no me esperaba lo que vi; descubrí, entonces, que Felip Sagués era un fan del cine y había montado una auténtica ficción cinematográfica. Me miré aquella película intentando identificar a mi padre pero al mismo tiempo estaba pensando, con una reacción muy espontánea: “¡Ostras!, ¡hay que hacer una película sobre esta película!”

E hizo su primer documental, La doble vida del faquir, codirigida con Esteve Riambau.
Llamamos al productor Antonio Chavarrías, de Oberon, y nos dijo: “Adelante”. Fue relativamente fácil y entonces volvimos a colaborar con Esteve en Máscaras, una reflexión sobre el trabajo del actor que protagonizó un actor de lujo, Josep Maria Pou.

En el cine, ¿está más de moda ahora el documental? Siempre se ha considerado más un producto para la...
Seguramente se produjo un punto de inflexión cuando los documentales accedieron a salas de cine. El espectador los redescubrió. Barcelona ha sido un importante centro de innovación y experimentación de documentales. Es un género que abre la puerta a realizar temas muy interesantes con un presupuesto más acotado que el de la ficción pero con personajes y situaciones muy potentes. Es una buena forma de empezar una carrera, aunque hay documentalistas buenísimos que se han mantenido fieles al género, como Frederick Wiseman, Errol Morris, o la desaparecida Agnès Varda, otro de mis referentes. Todos ellos son cineastas que han demostrado, también, una inagotable creatividad con el paso de los años.

¿Cómo ve el estado de salud del cine? Hablamos siempre de la crisis, que el cine puede desaparecer si la gente deja de ir a las salas.
A lo largo de la historia, el cine ha pasado por distintos momentos de crisis. Cuando apareció la televisión parecía que el cine debía terminar. Ahora estamos en un contexto complicado porque ha coincidido la pandemia con la competencia de las plataformas de streaming, sobre todo en el sector de la exhibición. Al mismo tiempo, hay un boom de producción audiovisual justamente para alimentar a todos estos gigantes del VoD. Evidentemente, los sectores de la producción y exhibición lo tienen complicado, porque cuesta manejar a la gente al cine. Quiero pensar que la sala cinematográfica sobrevivirá porque no ves la película de la misma manera, ni la ves ni la sientes ni la experimentas igual en pantalla grande que en la tele.

De hecho, vivimos en un mundo audiovisual.
Todo es audiovisual. La prensa escrita de siempre ahora también tiene contenido audiovisual, las empresas realizan vídeos corporativos, las generaciones jóvenes han crecido en esta cultura visual. Pero desde la perspectiva de la producción, el apoyo institucional a la industria del cine, como en el resto de actividades culturales, es escaso, en nuestro país.

¿Mucho más que en otros países?
El ejemplo más cercano que tenemos nosotros es Francia, allí existe una política de estado para apoyar la cultura francesa. Es una preocupación del estado, no sólo del Ministerio de Cultura. Para ellos, defender la cultura es defender la economía y el país, porque genera prestigio, visibilidad... En España se vive una situación curiosa, porque grandes plataformas se están interesando más y más por hacer contenido desde el Estado español, para hacer rodajes de grandes producciones internacionales atraídas por las mejores ventajas fiscales aprobadas el año pasado, pero hace falta más apoyo a las propias producciones. En cualquier caso, desde la perspectiva que me da el hecho de colaborar con un medio internacional como Screen, veo una atracción creciente por lo que ocurre aquí en términos de industria. Es un momento muy interesante para quien quiere dedicarse al mundo del audiovisual.

Desde 2016 es la corresponsal en España de la revista británica Screen International. Justo ahora acaba de participar en el lanzamiento de la iniciativa Spain Stars of Tomorrow. Ha tenido que escoger a las futuras...
Sí, la revista lleva muchos años haciendo una elección de nombres con potencial en Reino Unido e Irlanda; en su día, eligieron nombres como los de Benedict Cumberbatch o, más recientemente, Florence Pugh. En el caso de las Spain Stars of Tomorrow han sido siete actores/actrices y tres directores/directoras. Entre los directores hay un alumni nuestro, Jiajie Yu Yan. Lo cierto es que están saliendo nombres muy interesantes. Se está haciendo un cine muy diverso, pero a menudo no tiene el apoyo necesario ni la visibilidad que merece.

Su pasión por el cine, por el mundo audiovisual, le transmite también en clase.
Lo intento. Tanto el periodismo, como la dirección de documentales y la enseñanza les entiendo como diferentes actividades que tienen el denominador común del cine. Las encuentro todas extremadamente interesantes y enriquecedoras; la verdad es que tengo la suerte de que me apasiona lo que hago. En clase entiendo que uno de los principales objetivos es suscitar preguntas, tratar de empujar a los alumnos a descubrir por su cuenta, a partir de autoras y autores, formatos, géneros que los pueden enriquecer tanto personal como profesionalmente, ya encontrar su sitio en el vasto paisaje de la industria del audiovisual. Ensanchar la mirada. Tenemos estudiantes que tienen muy claro que el cine es su futuro, otros que se decantarán por otros sectores. Es un escenario cambiante, cierto, pero no significa que haya menos oportunidades. En diferentes áreas sociales y económicas, y en la cultura, se necesita contenido y alguien debe generarlo.

Buenos contenidos. Ahora todo el mundo se cree capaz de hacer un vídeo.
Se necesita conocimiento. De la misma manera que para escribir se debe haber leído mucho, para crear contenido audiovisual es muy importante que está abierto a ver, a mirar con atención, a saber analizar. A mis estudiantes les digo que es necesario hacer un visionado activo, que debes fijarte con los detalles, en la arquitectura interna. Es un mundo interesantísimo, que nunca se acaba, cuando crees que ya lo has visto todo, descubres que todavía hay gente capaz de hablar desde una perspectiva que ni te había pasado por la cabeza. Necesitamos el cine, y es necesario que quienes tienen el dinero o quienes toman las decisiones lo entiendan.

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