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"Los productores son los primeros espectadores de una película que no existe"

"Los productores son los primeros espectadores de una película que no existe"

31 de mayo de 2019

Sergi Moreno, profesor de Desarrollo de Proyectos del grado en Comunicación Audiovisual de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna-URL, llegó a la producción ejecutiva porque "de muy joven" hubo personas que confiaron en él, como Paco Poch, uno de los productores históricos de Cataluña, con quien rodó en 2009 Caracremada.

"De Paco, sobre todo, pude aprender a desarrollar una idea de gusto artístico". En este proyecto conoció a Tono Folguera, que ahora es su socio en Lastor Media SL y con quien comparte la asignatura en la facultad. "Tono tiene un olfato brutal para la elección de temas, domina el panorama audiovisual, conoce el funcionamiento de las ayudas y se sabe rodear de gente que tiene mucho talento". Juntos han producido largometrajes de ficción y documental como 10.000 km, Petitet, El rei borni, Tierra firme, Priorat, Julia ist o Els dies que vindran, que han obtenido numerosos premios en diferentes festivales y reconocimiento de crítica y público. Sobre su labor como profesor dice: "Siempre me ha interesado mucho trabajar con gente más joven que yo. Me gusta que los alumnos se equivocan con una alegría que yo ya he perdido y seguramente nunca hacen el camino más corto para ir de A a B, pero por este camino descubren cosas muy interesantes ".

La del productor es una figura muy desconocida aún fuera del mundo audiovisual. ¿Cómo definiría este perfil profesional?
La producción son muchas cosas. Por un lado, tenemos la producción de campo, que consiste en ordenar y gestionar sobre el terreno todos los medios disponibles para que un rodaje funcione correctamente. Después tenemos la dirección de producción, que tiene mucho más que ver con la organización de equipos, la elaboración de presupuestos, la contratación, el control de gastos y la buena gestión del dinero para que la producción pueda funcionar. Y luego tenemos la producción ejecutiva, que es a lo que nos dedicamos nosotros. Desde un punto de vista filosófico, yo te diría que lo que hacemos los productores o lo que hacen las productoras es ser los primeros espectadores de una película que no existe. Es un trabajo que proyecta en el futuro y que tiene que ver con la gestión de los egos, la creatividad, la financiación y el control sobre una obra.

El productor ejecutivo es el perfil más completo...
Todas las tareas son necesarias pero es verdad que en la producción ejecutiva es donde empieza todo. Lo que nos ocupa a nosotros es estar presentes en un proceso que dura, en el caso de la ficción cinematográfica, entre tres y cinco años de media. Estamos al principio, que es cuando aparece la idea de que nos lleva un director, guionista, institución, TV o plataforma, o que nosotros mismos como productores decidimos impulsar, y sea cual sea el origen de esta propuesta, la desarrollando desde que es sólo una pequeña y minúscula partícula hasta el último día -normalmente a los cinco años de haber estrenado la película-, cuando cerramos el último presupuesto, pasamos la última auditoría y aprobamos las cuentas para dejar la película muerta para siempre. Es decir, estamos hablando de un proceso de tres a cinco años con respecto a las ficciones televisivas y de uno a cien años en el caso de los documentales, porque ya se sabe que los documentales no se acaban, sino que más pronto se abandonan, son siempre interminables ...

El productor ejecutivo está desde el principio hasta el final.
Desde que no hay nadie hasta que no queda nadie. Nosotros estamos en todo este proceso. Entonces, ¿a qué nos dedicamos? Pues a buscar proyectos, a recibir, o recibir talento que lleva proyectos y desarrollarlos creativamente. Es decir, no sólo leemos guiones y opinamos, sino que también damos las herramientas para que las personas que están trabajando con este material creativo puedan desarrollar su trabajo de la mejor manera posible. Y, por encima de todo, trabajamos para hacer económicamente sostenible este desarrollo creativo. Es decir, financiarlo y gestionarlo correctamente, además de darle una salida comercial que asegure la vida del producto.

El sistema de producción en Europa es diferente del de los Estados Unidos. ¿En qué se diferencia?
El mercado dominante en Estados Unidos está gobernado principalmente y hasta ahora, teniendo en cuenta que nos encontramos en una época de cambios, por grandes estudios que son inmensas maquinarias creadoras de contenido, y estos estudios lo alojan todo: talento, directores, productores, estudios , postproducción... Todo se hace dentro de una misma casa. Normalmente buscan financiación por vías privadas -inversores privados-, aunque esto genera una falsa impresión de emprendimiento y liberalismo, porque en realidad el sistema de Estados Unidos tiene unas desgravaciones fiscales tan grandes que indirectamente la red pública invierte diez, doce o quince veces más de lo que se invierte en Europa (sólo en California se invierten 280 millones), lo que la gente tiende a no saber. La gente piensa: "En Estados Unidos hay emprendimiento, y aquí no porque sois unos subvencionados...". Y no es verdad. Lo que pasa es que nosotros muchas veces recibimos subvenciones directas y ellos reciben subvenciones indirectas. El sistema europeo es muy diferente. Las productoras buscan diferentes patas de financiación que a grandes rasgos son tres: las ayudas públicas, que normalmente pueden llegar a ser el 50% de la subvención de una película, aunque la media ronda el 30%; después, hay una parte que se conoce como inversión del productor, que se completa con preventas a televisiones y / o plataformas, patrocinios, etc., es decir, todo lo que no es ayuda pública; y la tercera pata que utilizamos es la coproducción internacional.

Qué vocación o qué perfil profesional deben tener los estudiantes que quieren hacer producción?
Lo que yo pensé cuando hice comunicación audiovisual -que creo que es lo que también piensan ahora la mayoría de los estudiantes- es que ven muchas cosas pero no las ven con profundidad. Esta es, al mismo tiempo, la parte buena y la parte mala de los estudios de Comunicación Audiovisual. Meterás la cabeza en el mundo de la radio, en el mundo del periodismo, en el mundo de la crítica cinematográfica, el de la historia del cine, un poco en la dirección, puesta en escena, dirección de actores, producción, montaje, pero también verás interactivos, tecnología, música... Después de estos cuatro años que pasarás aquí, habrás adquirido conocimientos suficientes para saber cuál es el campo en el que quieres seguir profundizando. No pienso que una persona que estudie Comunicación Audiovisual salga con conocimientos suficientemente específicos en ningún ámbito para decir "me quiero dedicar a esto", o sí, si tienes una parte muy personal o vocacional. Pero en el caso que nos ocupa, creo que lo que hace la universidad es abrir un abanico de ofertas para que tú veas lo que significa la palabra audiovisual y la palabra comunicación para, a partir de ahí, emprender tu camino.

¿Como llegó a la producción ejecutiva?
Estudié Comunicación Audiovisual. Después hice un máster en Documental de Creación y más adelante estudié teoría, análisis y documentación cinematográfica, además de adquirir experiencias en el mercado laboral (publicidad, gestión de ciclos culturales para fundaciones, producción de eventos, encuestas en la calle , restauración ...). Por lo tanto, he tocado palos académicos, palos que tienen que ver con un trabajo "estándar" y palos que me acercan a la creación. En un momento determinado me di cuenta de que a mí me gustaba mucho el proceso creativo, pero también que nunca tendría la capacidad de focalizar todos mis esfuerzos en un solo proyecto durante cinco años de mi vida. Necesito estímulos diferentes constantemente y descubrí que la producción ejecutiva me daba la oportunidad de participar en todos los procesos creativos. Es decir, puedo estar leyendo guiones y mejorándolos, eligiendo historias, participando de procesos de casting y, al mismo tiempo, puedo estar apoyando a una directora o a un director en el set, siempre respetando la distancia que quiera tener. Estaré en la postproducción opinando sobre los montajes, sobre el grafismo... Y también me dedicaré a financiar y gestionar presupuestos elevados. Por lo tanto, deberé tener alguna noción sobre ayudas públicas, economía y contabilidad y deberé conocer todos los jugadores de la industria y sus visiones de futuro. Tendré que controlar las plataformas que ahora mismo parecen el nuevo maná y encontrar el mejor escaparate para mi producto. Por lo tanto, deberé conocer el mundo de la exhibición, la distribución, las ventas internacionales... Son muchos palos los que puedo tocar en la misma historia y los puedo estar tocando en diez proyectos a la vez. Para mí, lo que es interesante es poder ver tantas cosas diferentes, conocer gente tan talentosa y ver cómo lo que un día pensamos acaba convirtiendo en una realidad que impacta en la gente.

En la Facultad todavía hay pocos estudiantes que se quieran dedicar a la producción...
Hace dos cursos que se imparten clases en Blanquerna. Es cierto que hay una asignatura de producción previa a nuestra -que diría que ofrece un panorama general del mundo de la producción, que es inacabable- y que nosotros nos centramos en los procesos -tanto creativos como económicos- del mundo del desarrollo de proyectos. También es cierto que el primer año no había tanta gente que quería hacer producción. Este curso vino Raimon Masllorens, el productor de Brutal Media, que ha levantado programas y series como El foraster, Òpera en texans o Les de l'hoquei, a hablarnos de formatos televisivos. Tono y yo procuramos invitar a profesionales que amplíen el conocimiento del alumnado en campos en los que quizás nosotros no estamos especializados. Antes de comenzar sus charlas, él tiene por costumbre hacer levantar la mano, primero, a los asistentes que quieren ser directores; después, a los que quieren ser guionistas, y finalmente, a los que se quieren dedicar a la producción. Normalmente, la dirección es el campo con más interesados; después vienen los guionistas y, por último, los productores. La sorpresa de este año, sin embargo, fue que levantaron la mano más productores que directores. Yo creo que hasta ahora ha habido falta de vocación porque para que haya vocación debe haber referentes, y si bien es cierto que en el mundo de la dirección hay más, la figura del productor queda escondida y así resulta difícil reflejarse.

Es importante visualizar los referentes.
Si no hay referentes y no hay conocimiento, no hay continuidad y, por tanto, no hay crecimiento.

Venimos de una crisis dura que también afectó las producciones audiovisuales. Pero el mundo hoy es audiovisual. Las posibilidades de trabajo no son sólo en el mundo del cine o de los documentales, sino también en el mundo de la empresa. ¿Lo ve así?
Nunca ha habido tanto consumo audiovisual como ahora. Nunca. Y crece exponencialmente cada día, desde lo que llamamos nuevas tecnologías hasta las plataformas. La entrada de jugadores como Netflix, Amazon, Movistar +, HBO, Rakuten, etc. ha hecho que los espectadores tengan acceso a una cantidad de material audiovisual increíble. La paradoja es que en un momento en el que se está consumiendo muchísimo, más que nunca, la monetización de este consumo es complicada. Los jóvenes van poco al cine, o nada. Consumen a menudo sin pagar. Los públicos están cambiando y las maneras de consumir, también. La sala de cine ha dejado de ser la primera ventana de consumo, y este hecho provoca cambios a los que nos tenemos que adaptar. La legislación y la industria no siempre están o han estado a la altura de la rapidez de estos cambios y, además, hemos creado un precedente muy peligroso que es el de decir que el audiovisual es como el agua, que emana naturalmente de los grifos de nuestros hogares. Esto es un concepto muy erróneo porque en realidad el agua (o más bien toda la infraestructura que permite que el agua nos llegue a casa) también se paga. Por un lado, los hábitos de los consumidores cambian muy rápido y nosotros nos debemos saber adaptar. Y por otro, y en nuestro país, como sector deberíamos estar luchando una batalla cultural para hacernos entender mejor. No puede ser que dejemos morir, por ejemplo, el documental por falta de presupuestos públicos, y no puede ser que el cine no se entienda como un bien cultural que nos da réditos internacionales. Nuestros gobernantes deben entender que el audiovisual es un arma cargada de futuro, en defensa de nuestra cultura, nuestra lengua y nuestros referentes culturales (esto que en Francia o en Estados Unidos tienen tan claro), y el público debe entender que apoyar el audiovisual significa podernos explicar mejor como sociedad, no sólo entretenernos (que también). Si no legislamos con cintura y mano izquierda (sin caer en precipitaciones que nos lleven al "pan para hoy y hambre para mañana", es evidente), no llegamos a consensos y no somos capaces de superar ciertas mentiras (y también ciertos tics), se creará un agujero, una brecha, un desfase tan grande que no sabremos solucionarlo.

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